domingo, 16 de mayo de 2010

decayendo

Si sólo tuviera una jodida droga.
Marihuana, tabaco, metanfetamina, salvia, setas, ácido lisérgico, opio, speed o alcohol.
Cualquiera me valdría. La verdad que poco me importa si deprimirán mi sistema nervioso o descargarán serotonina en mi cerebro. Sólo quiero destruirme un poco más antes de mi próximo renacimiento. Para provocarlo más bien dicho. Sólo quiero acabar esta historia en un letargo, me da igual si dulce o amargo, lo fundamental es que luego no pueda recordar, discernir los días que pasaron entre el comienzo y el final de este vórtice autodestructivo en el que llevo ya semanas inmerso y del que no puedo ni quiero escapar. Por ahora.
Si hoy sólo tuviera una jodida manera de, por una noche más escapar a mi consciencia.
Hoy me encuentro atormentado, deseando que esto pase, se me vienen las horas encima, y sólo un ligero mareo me acompaña.
Hace ya tiempo que mi cuerpo no es el mismo. No sabría a qué dolor o malestar cederle más importancia. Diversas enfermedades e infecciones pululan por mi cuerpo. Me es tedioso incluso intentar deshacerme de ellas. Y afectan a mi comportamiento social. Pese al declive, sigo portando un complejo de culpa que me impide acercarme a mis semejantes si no quiero hacerles a ellos también portadores de los incómodos malestares físicos que acompañan a mi decadencia existencial. Apenas recuerdo lo que era un horario, y reniego de él si alguna vez lo tuve. No se casi qué es comer, y no hablemos del significado de comer bien. Por descontado que apenas consigo dormir, y el día que lo consigo no es antes de una de la tarde, para despertarme después a las tres de la mañana.
Todas las acciones que he de llevar a cabo se han convertido en un tedio insoportable. No tengo ganas de levantarme a mear, cuánto menos a limpiar el cuarto donde vivo, cocinar, ducharme o lavarme los dientes. Lo poco que como se reduce a unos potingues en rebajas del supermercado, que devoro con algo de pan seco, arrojando luego el envoltorio bajo el borde de mi cama.
Mis anhelos intelectuales, si alguna vez existentes, se han reducido a horas de series y descargas de Internet. Gigas de humor para idiotas y porno gay llenan las horas en las que no estoy drogado o durmiendo.
Y sin embargo, no he tocado fondo.
Necesito una acción destructiva que me haga nacer de nuevo. Que me devuelva a la tranquilidad de la vida sana. Y sin embargo, confundo destrucción con autodestrucción, engaño falaz que nunca permite contemplar el sumun de la obra.
No obstante soy feliz. Tiempo ha que no vivía con tal intensidad las miserias del universo. Tiempo ha que no sentía con tanta fuerza. Y Dios, si anda por ahí arriba, sabe que no tomaré ni una más de esas pastillas que me devuelven el estúpido equilibrio emocional.
Pero que nadie se equivoque, y no sintáis compasión ni admiración por mí. Si algo sé de mi es que menos de un mes pasará antes de que vuelva a ser ese chaval que se levanta con el amanecer para hacer sus ejercicios de yoga, se va a nadar un rato, a leer, a ayudar en las tareas de la casa, en bicicleta a pasar una tarde en soledad en una playa perdida leyendo algún libro y bebiéndose una inocente cerveza por la noche, sin un atisbo de decadencia, y un rechazo feroz a la más mínima traza de nicotina en sangre. Con serenidad y alegría, con la profunda convicción de que el universo gira según mi voluntad, y con un repertorio casi ilimitado de gente que me valora y agradece mi compañía.
Si me buscáis, no obstante podréis encontrarme alguna noche este verano, solo, vomitando en alguna esquina con las lágrimas en los ojos, como me pasa siempre que, en debacle autodestructiva intento vomitarme a mi mismo.
No os preocupéis entonces por mi, puedo aseguraros que así soy feliz. 