jueves, 6 de diciembre de 2012

La primera vez que regañé a un alumno (borrador)


Ayer me tuve que enfadar con la clase. Lo siento por la academia, pero creo que dos horas seguidas de actividad oral con el mismo grupo son demasiadas para que funcione adecuadamente. He decidido cambiar un poco, y no voy a volver a tener a los alumnos en actividades que los obligan a hablar durante dos horas seguidas. Se cansan y empiezan a querer pasar del tema, hablar francés nada más o no hacer nada.
El caso es que ayer me tocaron un poco de más las pelotas, fui a por el profesor, y la última media hora, en vez de español, la dieron de electricidad.
Lo que les jodió, porque estaban disfrutando la actividad. El caso es que les había dado varios avisos, y ellos sabían que se estaban pasando. No se enfadaron conmigo, si no que sabían que fue justo que para la clase llegado un momento.
No tiro de castigos o regañeras, no me gusta. Pero sé que era lo apropiado que tocaba en ese momento, y que las cosas volverán a funcionar en el cauce normal a partir de ahora. Con un poco más de respeto entre todos.
¿Cuál es el problema entonces? Pues que me sentí mal regañándolos. No lo disfruté nada, y por dentro quería pedirles perdón y retirarles el castigo cuando vi que se dieron cuenta de que lo habían hecho mal y se habían extralimitado conmigo.
Claro que lo mejor que podía hacer por ellos era no cambiar de idea.
Pienso que hice bien. Lo que me da que pensar es, ¿por qué me sentí tan mal castigando a alguien? o peor aun, ¿por qué me sentí mal haciendo algo que estaba convencido que era lo mejor para ellos? Esto suena un poco raro, pero me preocupa un poco darme cuenta de que no me gusta nada ser autoritario.
Y creo que quizás me gustaría serlo un poco más, cogerle un pelín el gusto, por nazi que suene. Y es que creo que tener normalmente actitudes asertivas con todo el mundo no ha sido siempre la mejor decisión.
Pero esta vez no lo fui, no fui asertivo, y sin embargo, lo que pensé en el momento fue, joder, si me está costando castigar a estos, que me caen bien, pero no los quiero, ¿cómo cojones voy a ser capaz de castigar a un hijo cuando lo tenga y deba?
Y entonces me dio por pensar que un hijo tampoco me iba a hacer feliz siempre, y me dio pena ser adulto.
Pero bueno, pedí los últimos minutos para quedarme a hablar con ellos. Les dije que qué les había pasado, y que no era mi intención culparlos, que yo también debía aprender cómo hacer que las clases funcionaran adecuadamente, y que en eso estaba. Que si me había equivocado planteando la clase, que aprendería a hacerlas distintas.
Entonces entonaron el mea culpa, me dijeron que no las cambiara, que les gustaban mucho, y me pidieron perdón.
Ahora acabo de ver en facebook que otro de los muchachos me ha escrito que siente lo del otro día.
Joder. Creo que cuando veo que he sabido hacerles pensar acerca de lo que hicieron es cuando me demostré lo que suponía de que había actuado bien con lo que hice y hablé con ellos. Sin que la situación haya derivado en un enfrentamiento con ellos, o en haberlos hecho sentir 'los malos sin remedio'.
Creía que el truco para mantenerlos responsables era simplemente tratarlos como adultos. Pero no lo son, y de tanto en tanto eso tiene que salir por algún lado.
Por el momento, sólo hacerles ver que han defraudado el trato de aquel que había depositado en ellos la confianza de tratarlos como adultos (cuando imagino que no es a lo que están acostumbrados), ya les ha valido para reflexionar un poco y pedir perdón.
Lo cual me parece importantísimo. No es algo a lo que de hecho, los adultos (que les reclamamos que lo sean) estemos acostumbrados. De entre todas las 'figuras ejemplares' que 'se han portado mal' en nuestro país, sólo recuerdo al rey pidiendo perdón una vez.
Me siento orgulloso de ver el camino que recorren, y quiero pensar que es esto lo que justifica lo mal que me sentí regañándoles. Y no el tener que sentirse bien con ser autoritario.
Sólo espero que aquellos que se están cuestionando a sí mismos hasta ser capaces de llegar a asumir su comportamiento y pedir perdón por él, no se den cuenta demasiado pronto que los adultos que le exigen esas cosas viven en un mundo en el que está perfectamente permitido no comportarse de la manera en que exigimos a niños de 15 años que lo hagan. O que cuando se den cuenta, hayan aprendido también que merece la pena seguir comportándose así.
Podéis decirme que he llegado tardío a la madurez, pero qué reflexión más rara esta de saber que enseñar valores implica a veces sentirte mal. No estar del todo seguro de nada. Y andar con el material inflamable que es un adolescente.
Como me dijo una amiga en uno de los consejos que más me han valido para creer entender a los adolescentes.
Están llenos de inseguridades, y sólo quieren creer que estas se superan, intentan  ver eso en los modelos que tienen delante. Y cuando encuentran inseguridades en ellos, las minan. Quieren creer que se puede ser un adulto seguro, sano, feliz.
¿Y nosotros, podemos hacer que ellos crean eso? ¿Podemos creérnoslo nosotros primero? ¿Podremos estar a la altura de una clase de quince chicos de 15 años que piensan sobre lo que han hecho y piden perdón por ello?