domingo, 28 de octubre de 2012

DE LA CANALLA


La vida es una fuente de alegría; pero donde quiera que la canalla va a beber, todas las fuentes están envenenadas. -Me gusta todo lo limpio; pero no puedo ver las bocazas grotescas y la sed de los impuros. -Han lanzado su mirada al fondo del pozo; ahora, desde el fondo se refleja hacia mí su odiosa sonrisa. -Han envenenado el agua santa con su concupiscencia; y, al llamar alegría a sus torpes sueños, envenenaron hasta las palabras. -La llama se indigna cuando ponen al fuego sus corazones húmedos; el espíritu mismo hierve y humea cuando la canalla se acerca al fuego. -La fruta se pasa y se vuelve empalagosa en sus manos; su mirada es viento que seca el árbol frutal. -Y más de uno de los que se apartaron de la vida, no se apartó sino de la canalla: no quería partir con la canalla el agua, la llama y el fruto. -Y más de uno que se retiró al desierto para sufrir allí la sed con los animales salvajes, lo hizo por no sentarse junto a la cisterna en compañía de sucios camelleros. -Y más de uno que avanzaba como exterminador y como granizada por los sembrados, sólo quería meter el pie en la boca de la canalla para taparle el gaznate. -Y lo que más se me atragantaba no era saber que la vida misma se halla necesitada de enemistad, de muerte y de cruces de mártires. -Si no que me pregunté un día, y casi me sofocaba mi pregunta: ¿Cómo? ¿La vida tendría necesidad también de la canalla? -Las fuentes envenenadas, los fuegos pestilentes, los ensueños mancillados, los gusanos en el pan de la vida, son cosa necesaria? -¡No era el odio, si no el ASCO lo que devoraba mi vida! ¡Ay!, ¡muchas veces ha llegado a hastiarme el ingenio, cuando veía que también la canalla era ingeniosa! -Y volví la espalda a los dominadores desde que vi lo que llaman hoy dominar: ¡Traficar y regatear en materia de poder... con la canalla!- Y permanecí entre los pueblos como extranjero, y con los oídos cerrados, a fin de que fuesen cosa extraña para mí el lenguaje de su tráfico y su regateo por el poder. -Y, apretándome las narices, atravesé con desaliento todo el ayer y el hoy: a la verdad, el ayer y el hoy apestan a populacho de pluma. -Como un inválido que se ha quedado sordo, ciego y mudo, así he vivido mucho tiempo por no vivir con la canalla del poder, de la pluma y de los placeres. -Penosamente y con cautela ha subido escalones mi espíritu; las limosnas de la alegría fueron su consuelo; la vida del cielo se deslizaba apoyada en un báculo. -¿Qué me ha pasado, pues? ¿Cómo me he curado de la aversión? ¿Quién ha rejuvenecido mis ojos? ¿Cómo me he remontado a las alturas donde ya no hay canalla sentada a orillas de las fuentes? -¿Me ha dado mi misma aversión alas y fuerzas que presentían los manantiales? ¡En verdad que he debido volar a lo más alto para volver a encontrar la fuente de la alegría!- ¡Oh!, ¡la he encontrado, hermanos míos! ¡Aquí, en lo más alto, brota para mí la fuente de la alegría! ¡Y hay una vida en que se puede beber sin la canalla! -¡Fuente de la alegría, casi brotas con demasiada violencia! ¡Y a menudo vacías de nuevo la copa al querer llenarla! -Aun tengo que aprender a acercarme a ti más moderadamente: afluye a tu encuentro con harta violencia mi corazón. -Este corazón donde arde mi estío, el breve, ardiente, melancólico y venturoso estío. ¡Cómo anhela tu frescura mi corazón estival! -¡Pasó la aficción de mi primavera! ¡Pasaron los malignos copos de nieve en pleno junio! ¡Heme convertido en estival y en tarde de verano! -Un estío en las mayores alturas, con frescos manantiales y dichosa tranquilidad. ¡Oh! ¡Venid, amigos míos!, ¡que sea más dichosa aun esta tranquilidad! -Porque esta es nuestra altura y nuestra patria: nuestra mansión es demasiado elevada y escarpada para todos los impuros y para la sed de los impuros. -¡Lanzad, pues, vuestras puras miradas a la fuente de mi alegría, amigos míos! ¿Cómo habría de enturbiarse? Os sonreirá con su pureza. -Nosotros los solitarios construimos nuestro nido en el árbol del porvenir: las águilas nos traerán en sus picos el sustento. -¡Y no será ciertamente un sustento de que puedan participar los impuros! ¡Porque los impuros creerían que devoraban fuego y se abrasaban las fauces! -¡No preparamos aquí, en verdad, moradas para los impuros! ¡Nuestra ventura parecería glacial a sus cuerpos y a sus espíritus! -Y nosotros queremos vivir por encima de ellos como vientos fuertes, vecinos de las águilas, vecinos del sol: así viven los vientos fuertes. -Y, a semejanza del viento, quiero soplar entre ellos un día y cortar la respiración a su espíritu con mi espíritu: así lo quiere mi porvenir. -Zaratustra, en verdad, es un viento fuerte para todas las tierras bajas, y da este consejo a sus enemigos y a cuantos escupen y vomitan: "¡Guardaos de escupir contra el viento!".

Así habló Zaratustra.

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